Toma mi hoz, dame tu VOX: una opinión personal sobre lo idiotas que somos

Pero, ¿qué nos está pasando? Llega este tal Santiago Abascal, creyéndose Dios de todo y gitano de nada, historiador sin una sola idea sobre la Historia y liberal acérrimo contra lo público que solo ha vivido de subvenciones estatales; a lo que iba, llega este tal Santiago Abascal a lomos de un caballo, con música épica de fondo, con aires de macho ibérico y una misoginia que parece mentira que se haya fecundado en un útero femenino; él, llega él, todopoderoso, ruín y rastrero y nosotros lo comprendemos. ¡Libertad de opinión señores! ¡Una mierda!

Suena el teléfono. Cinco de la mañana. Tengo que ir a trabajar. Al llegar a la emisora local en la que trabajo una convocatoria de VOX sobre la mesa: "hoy hablamos del trasvase Tajo-Segura desde Murcia". Yo trabajo en Guadalajara donde el Tajo está seco, lo han secado. Estos de VOX, nacionalistas preocupados por España, hablarán de cómo está el Tajo y lo harán desde el Segura (que tiene el agua que el Tajo ya no). Yo leo la convocatoria: "por una España rica y con igualdad de condiciones". Y pienso: "qué peligro". Realmente cualquiera que no haya pisado el Tajo y no haya visto las diferencias con trasvase y sin él podría creer esta igualdad de condiciones que exige VOX con el aumento de la cantidad trasvasada. Pero no es así. Y esto ocurre con todo: si no conoces algo te la cuelan (y además acaban convirtiéndote en firme defensor de la causa vendida).

Un socialismo avergonzado

No voy a hablar de las fake news promovidas por los partidos de derecha o por los medios afines a estos Partidos, no. Allá cada cual si quiere ser ignorante e idiota (lo siento, ya no me corto y no lo haré). Voy a hablar de mis amigos. De mis Voxmigos. Y de mis familiares. De mis Voxmiliares. En la mesa un cordero, o hummus, o paté, o tortilla, o un vaso de agua, qué más da. Alrededor la familia. Siempre hubo diferencias entre la derecha y la izquierda familiar, siempre las hubo y siempre hubo discusiones políticas (¡y lo que me gustan!). Siempre hubo un pepero escondido ("¿y Felipe González qué?"); o un socialista arrepentido ("los GAL no fueron tanto, había que acabar con ETA"); o un nacionalista confundido ("es que yo no me siento de aquí pero vamos, que para nada soy nacionalista"). Ahora, de repente, los escondidos han salido a la luz y han salido orgullosos: Los peperos lo reconocen: "Pedro Sánchez es un podemita yo prefiero al Partido Popular porque, robar, roban todos"; los otros peperos se han cambiado de color: "Ciudadanos me apoya porque apoya la equiparación salarial y tú no"; los independentistas se han aclarado: "nos están robando. Independencia ya". Y los socialistas, bueno, los socialistas... los socialistas comprendemos: "sí, si comprendo a VOX, la culpa de la irrupción de la extrema derecha es nuestra, VOX es producto de nuestro lenguaje, yo te entiendo amigo".

Yo te entiendo amigo VOX

De repente, en el momento de mayor orgullo político, de mayor significación parlamentaria, llegamos la izquierda y no solo escuchamos sino que comprendemos, acariciamos, calmamos y sonreímos a la extrema derecha. Ahí están los Voxmigos y Voxmiliares orgullosos de su futuro voto electoral: "papeleta verde esperanza", "yo votaré a VOX", "VOX con los españoles". Y ahí estamos nosotros, comprensivos y atentos: "es que es normal, están cansados, están hartos, tendrán que votar a alguien...". No sabía yo que el cansancio te llevase a odiar el matrimonio homosexual y votar en su contra.

Nosotros no solo no estamos orgullosos sino que estamos orgullosos de no votar: "es que soy de izquierdas pero ningún partido me representa". Menuda vergüenza nos da... A ver si nos creemos que los partidos de derechas representan a la gente de derechas. Años, años, siglos, siglos... mucho tiempo, vamos, tanto como el que asegura Abascal que lleva España en el Mundo, todo ese tiempo ha luchado la izquierda por conseguir el voto. Han luchado las mujeres por poder votar. Han luchado homosexuales por ser visibles y ser considerados humanos. Y aquí estamos nosotros, orgullosos de no ir a votar y comprensivos con quienes quieren destrozar todo esto: "jo, tío, lo entiendo, estás harto y votarás a VOX", "la culpa que seas facha es de la izquierda" o "realmente no son fascistas, son indignados". Perdona, si votas fascismo eres fascista, indignada soy yo.

La trampa NO es la diversidad

Publicó Daniel Bernabé un libro sobre cómo los movimientos identitarios habían destrozado el sentir de la izquierda fragmentándola en subgrupos: feministas, LGTBI, nacionalistas... Pues bien. Hablemos de la izquierda, del orgullo obrero y sindical, de las grandes huelgas proletarias. Ah, perdona, ¿solo tenemos la feminista del 8M? Ah... ¿qué me dices? ¿que la lucha murciana por el soterramiento del AVE ha sido algo regional? Ups... Entonces... ¿los movimientos identitarios han fragmentado a la izquierda o la izquierda se ha quedado sentada en el sofá esperando a ver cómo solo ciertos movimientos identitarios se movilizan? Quizá te molesta un poco que no vayamos con la hoz y el martillo a la calle a reclamar derechos pero es que, resulta, que aún nos están matando.

La VOX en la radio

¿Por qué os he contado al principio que trabajo en una radio? En primer lugar porque me da la gana y, en segundo, porque me parece fundamental. Esta especie de buenismo izquierdista que sentimos todos y que nos vuelve seres comprensivos y generosos llega a los medios de comunicación. Salí hace unos meses a la calle con el micro de la SER y me llamaron roja, ¡roja! Pues sí señores, yo sí, pero este micro no. Escribo en una mesa con una bandera de España. Dentro de un armario se esconde una republicana (se esconde, de nuevo). Un árbol de Navidad nos recuerda las fechas (y no hay alusión a ningún Solsticio de invierno judeo-masónico). Es más, también comprendemos a Vox y lo analizamos con buenismo. Se critica, pero se entrevista. Se duda, pero se cuenta. Se le trata con respeto, sobre todo a los votantes y se les tiende la mano y el micro (demasiado a mi parecer).

Pongamos La Cope, pongamos a Herrera, orgulloso crítico, altavoz político, experto insultando al votante de izquierdas. ¡Ay! ¿Y Jiménez Losantos? ¿Os lo imagináis comprendiendo a la izquierda? ¿Atendiéndola? ¿Tendiéndole la mano? ¡Si hasta ha llamado podemita a Netflix! No hablemos de la prensa... la izquierda, abochornada. La derecha, orgullosa. Los lectores se sienten arropados y protegidos, su papeleta verde está respaldada; la papeleta de izquierdas no tanto...


Tanto monta, monta tanto, Abascal y Pablo.

Y entonces salta a los medios el artículo tan esperado: VOX y Podemos, ¿en qué se parecen?

Pues mirad, os voy a decir para mí en qué se parecen: soy mujer, mis amigos son homosexuales, mi ascendencia (como la de cualquier español) es árabe, si me quedase hoy embarazada abortaría y si tengo una hija la enseñaré que la cocina no es su lugar natural. No siendo de Podemos no me avergüenzo de decir que, a ellos, no les tengo miedo. Hasta ahora solo amenazan con convertir esto en un país socialista pero mi integridad como mujer, hija y amiga no se ha visto tocada. Y me duele tener que apelar al egoísmo para defender a la izquierda. ¡Lo nunca visto! Pero la solidaridad ya no funciona en un momento en el que el propio Iglesias dice no ser de izquierdas ni derechas, sino de arribas y abajos mientras que Abascal lo grita claro: la derecha orgullosa.

Yo soy de la izquierda orgullosa. Espero que aún exista. Ya he dicho que a las 5 de la mañana sonó la alarma hoy ¿no? Pues a las 8 y media sonó la sintonía de la Ser: una nueva mujer asesinada y los miembros de La Manada en libertad. ¡Joder! ¡Qué rico! La mañana sigue...



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