No es Democracia todo lo que reluce

La creación de un marco constitucional democrático en España llega en el año 1978, tres años después del fin de la Dictadura con la muerte Francisco Franco. Los cambios democráticos se van asentando en la sociedad durante los años siguientes para dar lugar a una sociedad plenamente democrática, al menos a nivel teórico, en los años 80. Este cambio social no surgió de la nada; no fue solo la muerte del dictador lo que propició el fin de la Dictadura -a pesar de ser un régimen personalista basado en la figura de Francisco Franco- pues su muerte podría haber desembocado en sistemas totalitarios o autoritarios similares y no en la Democracia. Tuvo también una importancia radical la cultura democrática que iba creciendo y desarrollándose en las esferas más populares de la sociedad. Una cultura que llevó al Pueblo -apelando aquí al sentimiento de solidaridad entre los miembros de una Nación- a luchar por la instauración de la Democracia. La Transición hizo realidad el sueño democrático -con las luces y las sombras que pueda tener y que no son objeto de estudio en el presente análisis- de todos los que lucharon por vivir en una sociedad más abierta, plural, representativa y participativa.

Democracia / Pnud.org

Con la sociedad democrática ya instaurada en España llega la siguiente generación de españoles; la que ya no tiene que luchar por la instauración de un régimen más justo. Esta generación, en la que estoy directamente incluida, no pone en duda -en términos generales- la forma de Gobierno en la que se desarrolla generando, así, una actitud pasiva, apática e indiferente con respecto a la Política y dando por sentado que, habiendo nacido en democracia, todo lo que ocurra dentro de ella también lo es. Esta situación se fomenta, además, con lo que yo creo que podríamos considerar una silenciación de los temas políticos en la formación educativa general de los más jóvenes: evitando analizar la democracia y sin profundizar en temas políticos. Surge aquí la pregunta: ¿falta formación educativa política que acabe con la indiferencia, la apatía y fomente la defensa de una democracia justa?

LA MODERNIDAD INACABADA

El salto hacia una Sociedad Moderna o, siendo más correctos, la transición hacia esta sociedad, ha supuesto el asentamiento de ciertas bases que implican un desarrollo social mucho más reflexivo. El filósofo Anthony Giddens habla de la reflexividad como una de las características máximas de esta Sociedad Moderna. Si bien es cierto que el hombre comienza a reflexionar sobre sí mismo y centra su objeto de estudio en el Ser Humano, y no en otras figuras como podían ser los dioses, también está puesto en escena el hecho de que esta reflexividad no se produce al mismo nivel en todos los ámbitos del conocimiento ni en todos los estratos sociales de la población. Es aquí donde el caso del conocimiento político y el estudio acerca de la democracia -sus inicios, usos, variaciones y perversiones- toma verdadera importancia. Como ya ha sido mencionado en líneas anteriores, un buen número de jóvenes nacidos ya en la Democracia española no han recibido la enseñanza democrática adecuada, siendo el actual sistema educativo una muy mala herramienta para poder obtener conocimientos acerca de esta forma de organización social y generando el pensamiento básico mencionado de que, ya por el simple hecho de haber nacido en Democracia, todo lo que entre nosotros ocurra es democrático.

UN EJEMPLO PRÁCTICO: EL CASO DEL INDEPENDENTISMO CATALÁN

Poniendo sobre la mesa uno de los casos prácticos de mayor actualidad en la sociedad española, el caso del independentismo catalán, podemos hacernos una idea de la necesaria educación democrática y la falta de educación política. En líneas generales, y simplificando al máximo -error absoluto- este tema de discusión, tenemos las posturas enfrentadas de un Gobierno central, por una parte, que, basado en la Constitución, quiere evitar un referéndum de autodeterminación y, por otro lado, la postura de los sectores catalanistas que, amparándose en los abusos que el Estado, dicen, comete contra ellos y escudándose en la historia de su identidad propia cultural, inician un proceso de independencia fuera de la legalidad.

Pues bien, en estos días de fervor político, las calles se han llenado de banderas de uno y de otro signo mostrando un posicionamiento político claro y radical -que no racional- y el analfabetismo político del que habló un día Bertolt Brecht ha salido a relucir. Para nada quiero aquí tachar de ignorante a todo aquel manifestante que en estos días se haya significado, pero sí hago referencia a una parte de la sociedad que, tanto en una posición como en la otra, y sin más formación política que la tradición y la costumbre, se ha encerrado en una postura de inmovilismo beligerante sin ser capaz de tomar distancia para comprender la situación, sin simplificarla.

La falta de educación democrática se ha visto muy claramente representada en ambos sectores de la población, en el fervor nacionalista de carácter españolista y en el sector nacionalista de la Cataluña independentista; unos por faltar al texto constitucional de carácter eminentemente democrático que rige la sociedad española y, el otro, por basarse precisa y únicamente en esa Constitución para defender la España democrática. Aquí entra la apreciación que hacía al comienzo de la exposición sobre el conformismo de la sociedad ante el hecho innegable de haber nacido en una sociedad democrática que presupone, sin discusión posible, que todo lo que se realiza dentro de esta democracia es democrático por extensión; sin dejar lugar posible a la duda, o aún más allá, a la generación de otros estadios que, siendo también democráticos, puedan poner en evidencia, discutir y crear hipótesis que den soluciones efectivas a los problemas planteados.

Viñeta de El Roto

CONCLUSIÓN

El desarrollo de una cultura democrática no consiste en defender una democracia ya instaurada sino en reconocer las características de un sistema democrático para poder aplicarlas, defenderlas y modificarlas cuando sea necesario y así favorecer el avance pleno de la sociedad. Para que esto sea posible es más que obligatoria la implantación de una educación política dentro del sistema educativo en sus niveles de formación más básicos para así poder conocer el nacimiento de este sistema, su desarrollo, cualidades y, como ya fue mencionado con anterioridad, sus formas de perversión, para así poder defender de forma consciente un sistema que, sin duda alguna, nos permite a todos crecer como sociedad.

Comentarios

  1. Interesantes reflexiones y preciso análisis que comparto plenamente. La democracia no llega como el espiritu santo, en el caso de nuestro pais fue todo un pueblo, una sociedad la que empujó con mucha fuerza, esa fuerza que por su virulencia no dejaba otra opción que la de «hacer normal a nivel politico lo que es normal a nivel de calle», palabras del primer presidente democratico de España.La democracia no se consolida, hay que lucharla dia a dia. Buen articulo Beatriz.

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